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Huertos alimentan, educan y mejoran ambiente urbano en Brasil

Son solo 392 metros cuadrados, es decir 0,04 hectáreas, de huertos en un barrio céntrico de Río de Janeiro, pero produjeron 1133 kilos de hortalizas entre abril y noviembre de este año y ya constituyen un aula para visitas y cursos sobre producción agroecológica en Brasil. Se trata de un proyecto de la Acción de la Ciudadanía contra el Hambre, la Miseria y por la Vida, una asociación civil que hizo perenne la mayor campaña contra el hambre que hubo en Brasil, iniciada en 1993 por Herbert de Souza, el sociólogo y activista conocido como Betinho, fallecido en 1997. Es una de las numerosas iniciativas de agricultura urbana que se multiplican en muchas ciudades del país. En el municipio de Río de Janeiro, la alcaldía tiene su propio programa de Huertos Cariocas, que ya cuenta con 56 unidades en comunidades pobres y escuelas. Varios de los 400 miembros de la Red Favela Sostenible también se dedican a la producción agrícola urbana, a veces vinculada a la preservación y recuperación de los bosques remanentes en los cerros de Río de Janeiro, que tiene una población de 6,2 millones, que suben a 12 millones al englobar su región metropolitana. Del total de habitantes, 22 % vive en las favelas, los barrios pobres y hacinados. Un ejemplo es el de Ana Santos, quien coordina el Centro de Integración de la Sierra de Misericordia (CEM), en la zona norte de la ciudad, donde se siembra mediante un sistema agroforestal, que combina árboles y hortalizas debajo, y se enseña agroecología. En ese aprendizaje participan incluso los 45 niños de la Escuela Popular de Agroecología, que acoge a estudiantes de la enseñanza formal en horarios extraescolares. Santos cuenta a IPS que también integra la Red Carioca de Agricultura Urbana, un movimiento de agricultores, consumidores, técnicos y activistas del tema, vinculado al derecho a la ciudad. En Río de Janeiro cerca de 1500 personas se dedicaban a la agricultura urbana en 2019, estimó la local Empresa  de Asistencia Técnica y Extensión Rural. Su producción alcanzaba 30 toneladas anuales. Esas cifras probablemente aumentaron en desde la la pandemia de covid-19, que estimuló ese tipo de actividad.

Acción contra el hambre

El proyecto de la Acción de la Ciudadanía se destaca por incluirse dentro de una organización nacional que, en sus 30 años de actividad, cumplidos en abril de 2023, distribuyó más de 55 000 toneladas de alimentos a 26,4 millones de personas. Cuenta con una red de más de 3000 comités locales para recolección y distribución de alimentos. Brasil tiene 5570 municipios y una población de 203 millones de habitantes. Esa iniciativa comenzó durante la pandemia, pero ganó empuje organizado y planificado en este año de 2023. En los patios de la Acción en el barrio de Gamboa se cultivan dos huertos, con fines productivos y pedagógicos. El huerto de bancales circulares, entre los dos galpones que componen la sede de la Acción de la Ciudadanía sirve mejor a la enseñanza. “La forma circular permite una mirada de la diversidad de vegetales en su conjunto, facilita reunir los visitantes para el diálogo”, explicó a IPS la agrónoma Joana Duboc,  coordinadora del área de Agroecología de la institución. En otro huerto, de bancales rectangulares, está instalado en un patio lateral y sus cultivos principalmente proveen hortalizas a la Cocina Solidaria, otra iniciativa inaugurada en 2021 con equipos modernos y personal capacitado, que ofrece comidas diarias, listas y envasadas, a 1000 personas que viven en las calles o en situación vulnerable en Río de Janeiro. La cocina cuenta con 18 trabajadores. El huerto provee una cantidad variable de hortalizas, “a veces 40 kilos a la semana, otras 20, depende de la estacionalidad de cada producto”, dijo a IPS la nutricionista Evelin Rocha que cuida que las comidas sean “saludables, nutritivas y sabrosas”. “Nuestro mayor desafío ya no es producir comidas, sino obtener indicadores sociales de los posibles beneficiados, quienes son, cuantos, donde vive la población vulnerable, en que condiciones, si trabajan. Necesitamos datos, herramientas para mejorar la eficacia de la acción”, acotó Licia Marca, coordinadora de la Cocina Solidaria, que ya distribuyó 640 000 comidas en 88 áreas diferentes de la ciudad. Una parte de la producción de los huertos se destina a los colaboradores de la Acción, adicional a la de la propia cocina.

Cursos de agroecología

“Los huertos son pedagógicos y experimentales. Mostramos en la práctica que es posible producir una tonelada de alimentos en una pequeña área”, destacó Duboc mientras apuntaba la siembra de tomates, lechugas, coles y otras hortalizas y plantas medicinales, además de la pequeña plantación de banana y acerola (Malpighia emarginata), además de otras frutas propias de Brasil, como la jabuticaba (Plinia cauliflora). Ella también conduce el curso de agroecología “Traspatios en acción”, de 40 horas en tres meses. Los alumnos son 70 en total, 30 presenciales, de Río de Janeiro, y 70 dispersos por todo el país, que siguen las clases virtualmente. “La agricultura urbana puede atender mucha gente y reducir la inseguridad alimentaria. Además es nuestro reencuentro con la naturaleza. La ciudad ya fue un ambiente natural, ahora se trata de rescatarlo, incluso para crear un ambiente más agradable y mitigar la crisis climática en la ciudades”, observó la agrónoma. Caroline dos Santos de Paula es una de las tres personas que cuidan directamente los huertos de la Acción de la Ciudadanía de lunes a viernes.

Favelas con huertos y bosques

Pero en los fines de semana trabaja en un Huerto Carioca de la alcaldía, en el Morro de São Carlos, una favela del Estacio, céntrico barrio de la ciudad. De Paula no sabe precisar cuanta es la extensión del terreno pendiente del cerro, con áreas llanas donde cultiva hortalizas, fruteras, plantas ornamentales y medicinales. Hay áreas aún por cultivar, ocupada por gramíneas o árboles. Faltan recursos, como equipos y dinero para pagar trabajadores eventuales, y especialmente mano de obra. Los nueve hortelanos con que cuenta son insuficientes porque ellos ganan solo una beca de 500 reales (100 dólares) mensuales y tienen que buscar ingresos adicionales para sobrevivir, explicó de Paula. Ella, como “agente integradora”, es decir dirigente y capacitadora, gana el doble, 200 dólares. Como se trata de una beca y no de un empleo formal, aceptó trabajar en la Acción de la Ciudadanía, donde gana mucho más y tiene los derechos laborales asegurados. Una parte de la producción se vende a restaurantes o en un mercado hortícola. “Los vecinos de la comunidad se benefician al comprar productos orgánicas, sin agroquímicos, más baratas que en las tiendas o ferias. Un kilo de banano orgánico lo vendemos a seis reales (1,2 dólares) el kilo, mientras cuesta casi el triple en el comercio normal”, apuntó de Paula. Ana Santos, del CEM y de la Red Favela Sostenible, también trata de difundir los principios de la agroecología y fomentar iniciativas productivas, pero asumió una misión con un sesgo más ambiental. Busca proteger y reforestar la parte alta de la Sierra da Misericordia, donde se instaló la Tierra Prometida, una pequeña comunidad rural-urbana de la zona norte de Río de Janeiro, donde viven unas 180 familias. Son cerca de seis hectáreas en que su movimiento va plantando árboles, nativos del Bosque Atlántico de Brasil y exóticos, en general frutales, a la vez que se cultivan hortalizas a su sombra. La producción de semillas y abono por compostaje es otra actividad, para distribución entre los agricultores urbanos. “Con apoyo del gobierno y una política de soberanía alimentaria, para producción en circuitos cortos, local, que ahorra transporte, se podría producir muchos alimentos en la ciudad. Y en Río de Janeiro se puede tener “un bosque en cada favela”, sostuvo Santos.     Fuente: IPC    

BrasUP, el primer carbón ecológico de Argentina fabricado a partir de residuos del arroz

A finales de 2018, el emprendedor argentino Fernando Cabrera, se embarcó en una misión compleja: encontrar una forma ecológica de producir carbón.
Cabrera, comprometido con la responsabilidad social y la preservación del medio ambiente, ha trabajado incansablemente para hacer de cada asado un evento sostenible. Así nació BrasUP, una empresa que quiere transformar el panorama de las barbacoas.
Con BrasUP, Cabrera introdujo inicialmente una caja de carbón vegetal con autoencendido, y ahora suma un producto inédito en Argentina: el primer carbón ecológico del país.
Resolviendo el problema del asado: el encendido.
BrasUP surgió con el propósito de solucionar un problema común en las barbacoas: encender el fuego. Para esto, desarrollaron una caja con carbón vegetal y un sistema natural de autoencendido, capaz de encender las brasas en tan solo 15 minutos.
Pero la entrada en el mundo del carbón les hizo darse cuenta de una realidad preocupante: la mayoría del carbón vegetal proviene de bosques nativos que raramente se regeneran.
Carbón 100% Ecológico: Un cambio radical.
Decididos a cambiar esta realidad, BrasUP introdujo su carbón 100% ecológico, fabricado a partir de residuos orgánicos. En concreto, utilizan la cascarilla de arroz, abundante en Corrientes, Argentina, como materia prima.
El proceso de producción consiste en carbonizar la cascarilla, triturarla, aglutinarla y extruirla, obteniendo así un producto de alta calidad, con un poder calorífico notable, durabilidad y una competitividad impresionante frente al carbón vegetal.
Este carbón ecológico, además de ser amigable con el medio ambiente, tiene ventajas significativas frente a su competencia. Posee un poder calorífico superior al del carbón vegetal y duplica el tiempo de ignición. Además, no ensucia ni produce chispas, lo que lo convierte en un producto más seguro.
La fabricación del carbón ecológico.
El proceso de producción del carbón ecológico BrasUP comienza con el tostado de la cascarilla de arroz a altas temperaturas. Luego, se tritura y se mezcla con un aglutinante natural y agua. Posteriormente, se le da forma y se somete a un proceso de secado. Incluso la máquina utilizada para la carbonización sigue los principios de sostenibilidad, ya que está construida con elementos reciclados y reutilizados
La importancia del carbón sostenible.
La necesidad de generar carbón ecológico radica en el impacto negativo del carbón tradicional, la fuente de energía más contaminante y peligrosa del mundo. Fernando Cabrera identificó que la industria del carbón requería una transformación radical y decidió que era el momento de actuar.
El objetivo de BrasUP, además de contribuir a la preservación del medio ambiente, es establecer un negocio sustentable que no dependa de los árboles, un recurso que no es infinito.
Aun así, crear este tipo de carbón ecológico es solo el primer paso. El siguiente desafío es sensibilizar a la población sobre su importancia. Para ello, es fundamental destacar que el carbón ecológico tiene un precio similar al carbón convencional -alrededor de $200 por una bolsa de 4 kg-, pero con un mayor poder calorífico y un tiempo de combustión más prolongado. De esta manera, se espera que, con el tiempo, los consumidores opten exclusivamente por el carbón ecológico.

Moda sostenible: creó un emprendimiento de ropa a partir de la tela de paraguas recuperados y es furor

 Antonela Tonizzo se interiorizó en el ambientalismo y decidió aportar su granito de arena a la causa. “Es un llamado a la comunidad a tener nuevos hábitos.
Esa pregunta se hizo Antonela Tonizzo cuando notó la gran cantidad de ejemplares tirados en las calles de Buenos Aires. Al indagar un poco, se enteró que en la Argentina no se reciclan y decidió aportar su granito de arena. Tras una prueba, lanzó un emprendimiento que transforma paraguas en buzos.
“¿Cómo puede ser que no se haga nada? En un producto tenés materiales que por separado son altamente reciclables, así que le llevé la idea a una amiga diseñadora y desarrollamos el prototipo”.
Oriunda de San Miguel, Antonela tiene 32 años, es bailarina y actriz. Antes de la pandemia comenzó su camino ecologista y se abrió un blog para informar, pero se dio cuenta que era necesario avanzar en acciones concretas. Con entusiasmo, creatividad y el empuje de su círculo íntimo, sacó su primera cápsula de 15 prendas en 2021 bajo el nombre D.R.Y. y hoy es finalista de los Premios Verdes en la categoría Moda Sostenible.
“Fue una búsqueda personal, me involucré mucho creando esto y me apasiona hacerlo”, cuenta la mujer y asegura que nunca se imaginó en un proyecto así. Sin embargo, sueña con que la producción crezca y ver su indumentaria en vidrieras.
Recuperar un paraguas y transformarlo en una prenda
Aunque ella no tenía experiencia en el rubro, fue aprendiendo a medida que desarrollaba la idea junto a su amiga. Sin embargo, la tarea de convertir un paraguas en una prenda no es sencilla: requiere de tiempo, delicadeza y un tratamiento especial porque es un trabajo totalmente artesanal.
La primera tanda se realizó con paraguas donados y tuvo una gran aceptación. “Si esto crece, no puedo depender únicamente de lo que dona la gente”, pensó y comenzó a investigar cómo conseguir en cantidad. En ese momento, se topó con una importadora del producto que se interesó en el proyecto y empezó a donarle aquellos que salían fallados.
Se utilizan al menos 6 paraguas para cada buzo.
El proceso es totalmente manual: hay que desarmar uno por uno e intentar que quede la tela lo más entera posible. Luego, se separan todos los materiales y se somete a la parte de combinación para el resultado final. “Esa parte lleva horas para elegir cuáles quedan mejor juntas, es un rompecabezas”, señala Antonela.
Según explicó, este tipo de transformación creativa se conoce como upcycling supra reciclaje, que es la posibilidad de convertir un objeto en otra cosa, otorgándole un nuevo significado y propósito.
Su producto estrella son los buzos, luego sumó a la colección riñoneras, bolsitos para el celular y scrunchies (colitas de pelo). Este mes ampliará su oferta a camperas y corsets en el mismo estilo.
En ese sentido, destaca que las producciones son “exclusivas, únicas e irrepetibles” porque es difícil conseguir las mismas telas y no alcanzan para hacer dos prendas iguales: “Por buzo se utilizan al menos 6 paraguas y nos parece fundamental que una producción pueda impactar de manera positiva sin destruir ni contaminar en su proceso.
Economía circular: qué hacen con los descartes
El propósito madre de D.R.Y es hacer moda de manera sostenible y crear basura cero, lo que significa reubicar los descartes. Donan las estructuras de paraguas a mujeres de la Comunidad Wichí, quienes las transforman en agujas de tejer (a través de la Fundación Niwok); las partes plásticas las llevan a reciclar y los retazos de tela los donan a otros emprendimientos.
“Tratamos de reducir al máximo nuestros descartes. De esta manera reinsertamos nuestros descartes en otras cadenas de producción, promoviendo la economía circular”, manifestó y adelantó que su idea es desarrollar algún producto con este material en un futuro.
En ese contexto, indicó: “Si nuestra ideología fuera otra, lo dejaríamos en la basura. Realmente todo vuelve al círculo y nada se desperdicia”.
Además, destacó a las personas que trabajan en el proyecto: “Contamos con tres costureras independientes, que están jubiladas y esto les ayuda en su economía. Nano que hace las estampas de las etiquetas una por una, mi mamá y mi papá que se sumaron. Si seguimos así, vamos a poder incorporar más personas, generar más trabajo y permitiría que la producción crezca”.
“Tenemos una buena proyección porque superamos todo lo que estaba planificado”, dijo orgullosa. Los productos se pueden adquirir de manera online y uno de sus objetivos es poder expandirse en tiendas de la Argentina y en comercios internacionales, ya que no le interesa tener un local propio.
En estos dos años D.R.Y. tuvo varias distinciones en el país y en el extranjero: el Sello Verde de Triple Impacto emitido por la Red Argentina de Municipios contra el Cambio Climático 2021; formó parte de la Red de Economía Circular del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires; de la Circular Sustainable Fashion Week Madrid 2022; LDC Sustainable Pop-up 2022 en Londres y del Mercado 48 en Oporto, Portugal.
También Antonela ganó una beca para participar de MOLA – Semana de la Moda Sostenible Latinoamericana- en Punta del Este 2023. “Es muy inspirador. Me permite conocer diseñadores sostenibles de todo el mundo. Vas adquiriendo experiencia en el negocio, en distintos públicos y lugares”, valoró.
D.R.Y: un nombre que dice mucho
Para muchos, el nombre que lleva su marca les da igual. En cambio, Tonizzo pensó mucho en cómo representar el alma mater de su emprendimiento: “Surgió rápido, pero estaba negada a que fuera en inglés porque es un producto argentino. Pero fue el que más me cerró”.
“D.R.Y. significa seco y tiene sentido porque son prendas que tienen un grado de impermeabilidad”, expresó. Sin embargo, son iniciales que, por sí solas, también tienen su significado: D de design (diseño), R de recycled (reciclado); Y de you (vos).
“Es un llamado a la comunidad a que se involucre, a que tenga nuevos hábitos y mostrar que existe la posibilidad de tener impacto positivo en el planeta”.

Cooperativas de mujeres dan pelea al deterioro social en Argentina

Por allí hay una huerta agroecológica y un vivero, más allá hay corrales para la cría de cerdos y gallinas y muy cerca, en una vieja casa de una planta y techo de tejas, doce mujeres cosen pantalones y blusas. Todo eso sucede en un trozo de un parque público, cerca de Buenos Aires, donde las cooperativas populares dan pelea a larga crisis socioeconómica de Argentina.

“Vendemos la ropa en ferias y la ofrecemos a comerciantes. Nuestro gran sueño es montar un negocio propio para vender al público, pero es difícil, especialmente porque no podemos conseguir un crédito”, cuenta a IPS Soledad Arnedo, una mujer que es madre de tres hijos y que trabaja todos los días en el taller textil.

Las prendas que fabrican las diseñadoras y costureras llevan la marca “la Negra del Norte”, porque el taller está en el municipio de San Isidro, en el norte del Gran Buenos Aires.

Así se llama comúnmente al conglomerado suburbano formado por los 33 municipios que rodean a la capital de este país sudamericano, en el que viven 11 millones de personas y la pobreza alcanza a 45 % de la población.

Así, supera el promedio nacional, que es de 39,2 %, según el último dato oficial.

La Negra del Norte es solo uno de los varios emprendimientos autogestionarios que cobran vida en las cinco hectáreas que, dentro del parque municipal Carlos Arenaza, utiliza la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (Utep).

Se trata de un gremio sin patrones, que agrupa a quienes están excluidos del mercado laboral y cada día buscan sobrevivir con ocupaciones precarias e informales a la brutal inflación que castiga especialmente a los sectores vulnerables de la sociedad argentina.

“Son emprendimientos que nacen con la voluntad del esfuerzo y el objetivo es ser parte de una cadena de valor, en el que las cooperativas textiles sean vistas como un agente económico y su producto sea valorado por el mercado”, afirma a IPS Emmanuel Fronteras, quien recorre los talleres cada día para prestar apoyo en nombre del gubernamental Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes).

El Inaes tiene hoy 20 520 cooperativas populares registradas. El organismo promueve el cooperativismo en medio de una delicada situación social, pero en el que, paradójicamente, el desempleo está en los niveles más bajos de los últimos 30 años en este país de 46 millones de habitantes: 6,3 %, según el último número oficial, correspondiente al último trimestre de 2022.

Tener trabajo y ser pobre

El drama para millones de argentinos no es la falta de trabajo, sino que el trabajo no alcanza: el poder adquisitivo de los salarios ha sido devastado en los últimos años por una inflación desbocada, que este año se aceleró hasta niveles impensados.

En marzo los precios subieron 7,7 % y la inflación interanual (entre abril de 2022 y marzo de 2023) trepó hasta 104,3 %. Los pronósticos de los economistas indican que este año podría finalizar con un índice de entre 130 y 140 %

Si bien los trabajadores de algunas actividades pueden cubrir en buena parte o en un todo la inflación con sus aumentos salariales, la mayoría queda retrasada y esto les sucede muy especialmente a los trabajadores informales.

“En la Argentina de estos últimos años, tener trabajo no saca de las personas a la pobreza”, dice a IPS la economista Nuria Susmel, experta en cuestiones laborales de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (Fiel).

“Esto es así incluso para muchos que tienen empleos formales”, agrega.

El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) estima que una familia tipo (integrada por dos adultos y dos menores) necesitó en marzo un ingreso de 191 000 pesos (834 dólares) para no ser pobre.

Sin embargo, el salario promedio en Argentina es de 86 000 pesos (386 dólares), incluyendo tanto al empleo formal como al informal.

“El salario promedio ha crecido muy por debajo de la inflación. En consecuencia, para las empresas el costo laboral se ha licuado. Esta baja real de los salarios es lo que ayuda a mantener la tasa de empleo en bajos niveles”, explica Susmel.

“Y es también la razón por la que hay muchísimos hogares donde una persona tiene trabajo e igual son pobres”, concluye.

Valor social de la producción

La Negra del Norte es una de 35 cooperativas textiles que funcionan en la provincia de Buenos Aires y donde trabajan 160 mujeres.

Ellas son apoyadas y sostenidas no solamente desde el Estado por el Inaes, sino también por el Movimiento Evita, una agrupación social y política de izquierda que lleva su nombre en homenaje a Eva Perón, la legendaria líder popular argentina fallecida en 1952, con apenas 33 años.

El Movimiento Evita formó una mesa de cooperativas textiles y colabora con distintas necesidades, como el reacondicionamiento de máquinas y la capacitación de las costureras.

«La mesa fue formada con el objetivo de unir a estos talleres, que en muchos casos eran pequeños emprendimientos aislados, para intentar formalizarlos e insertarlos dentro del circuido productivo y económico”, afirma Emmanuel Fronteras, que forma parte del Movimiento Evita, fuertemente vinculado al Inaes.

“Además del valor económico de las prendas apostamos que haya un valor social de la producción, que permite pensar no solamente en la ganancia de los dueños sino en la mejora del ingreso de cada cooperativa», agrega en diálogo con IPS.

Las 12 mujeres que trabajan en la cooperativa argentina La Negra del Norte venden la ropa que confeccionan en ferias y sueñan con poder establecer un negocio propio para su producción, pero entre otros obstáculos enfrentan la imposibilidad de acceder a un crédito. Foto: Daniel Gutman / IPS

En el trabajo del sector textil argentino hay una elevadísima informalidad que ha sido documentada, facilitada por una marcada atomización de la producción, ya que muchas marcas tercerizan la fabricación de su ropa en pequeños talleres.

Muchas de las trabajadoras de las cooperativas complementan su ingreso en la actividad textil con otro a través del plan social Potenciar Trabajo, por el cual el Estado paga la mitad de un salario mínimo, a cambio de una contraprestación laboral.

“Económicamente nos va como al país. La inestabilidad es enorme”, cuenta Celene Cárcamo, diseñadora que trabaja en otra cooperativa, que lleva el nombre de Subleva Textil y funciona  en una fábrica de tapas para las típicas empanadas argentinas del municipio de San Martín que fue abandonada por sus propietarios y recuperada por los trabajadores.

Allí también funcionan otras cooperativas del rubro gráfico y de alimentos, en lo que es un verdadero polo productivo de la economía popular.

En Subleva Textil trabajan seis mujeres que tuvieron y tienen que enfrentar obstáculos todos los días. Uno de ellos es el permanente aumento de los insumos de trabajo, como el de la mayor parte de los precios de la economía argentina.

Subleva empezó a operar poco antes de la pandemia de covid-19, por lo que tuvo que adaptarse a esa compleja realidad. “Como dicen que crisis es oportunidad, decidimos hacer tapabocas”, recuerda Cárcamo, quien apunta a las dificultades llevar adelante una cooperativa en estos tiempos de Argentina y reconoce: “Necesitamos un respiro”.

 

 

 

Cursos virtuales abiertos sobre la niñez

Fundación Arcor inicia cursos desde el portal educativo virtual donde ofrece propuestas de formación en torno a la niñez, la promoción de la vida activa y las oportunidades educativas para la infancia. Todas ellas abordadas desde una perspectiva de derechos.

Para inscribirse en los cursos debe hacerlo en el portal educativo http://portaleducativo.fundacionarcor.org/

Los próximos cursos comienzan a partir del 22 de febrero y cada dos meses se podrán volver a realizar en el caso de no haber podido con anterioridad.

Cursos disponibles a partir del 22 de febrero:                           
  • Participación Infantil: conceptos y dispositivos.
  • Espacios comunes en el jardín, una oportunidad para el arte y el juego
  • Convivencia y vínculo saludable
  • A comer saludable también se aprende
  • De la idea a la palabra, escritura de proyectos
  • Los chicos y las pantallas
  • El juego y el lenguaje en los primeros años
  • Nuestro cuerpo y el movimiento
Cursos disponibles a partir de marzo:
  • Derechos de los niños, niñas y adolescentes
  • Aprender en los espacios al aire libre
  • El rol docente en la construcción de vínculos sanos
  • Los títeres como herramienta narrativa
  • Los niños y las plazas
  • Juegos e infancias
  • Enseñanza de segundas lenguas a niños pequeños
  • Nosotros y la Alimentación
  • Niñez y derechos de imagen;
  • El aula, un espacio para experimentar con el arte
  • A comer saludable también se aprende
  • De la idea a la palabra, escritura de proyectos
  • Los chicos y las pantallas
  • Los niños y las plazas
  • Alfabetización familiar
  • Vínculos: El gusto de ser yo

La ciudad de Córdoba fue la primera en emitir un bono verde

La ciudad de Córdoba, con el acompañamiento de  Santander y la verificación de SMS Latinoamérica, se convirtió en la primera ciudad argentina  en emitir un bono “verde” tras la colocación de $2.000 millones a 36 meses de plazo.

Los fondos serán destinados a la instalación de luminarias LED, para una mayor eficiencia  energética; a la incorporación de paneles solares, con el fin de producir energía renovable; y  a obras de saneamiento, para la protección del ambiente y la salud pública.

El intendente de Córdoba, Martín Llaryora afirmó: “Ratificamos el compromiso de  implementar acciones que contribuyan a la preservación de nuestro ambiente y a una mejor  calidad de vida en la ciudad, tal como lo demanda la ONU a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible ODS”. 

Ignacio Lorenzo, responsable de Global Debt Financing & Green Finance de Santander  Argentina, comentó: “Esta emisión muestra la vocación de Santander de contribuir con el  desarrollo sustentable de municipios, reduciendo el impacto ambiental y acelerando la  transición hacia una economía baja en carbono”.

Por su parte, Guillermo Acosta, secretario de Economía y Finanzas de la ciudad sostuvo:  “Habiendo superado un intenso proceso de revisión externa, Córdoba marca un antecedente  importante, innovador e histórico, porque la convierte en la primera ciudad del país en colocar  un título de estas características con el acompañamiento del mercado que confía en la  administración”.  

Julián Costábile, socio de SMS Latinoamérica, la firma de auditoría que verificó el carácter  verde de la operación dijo: “Este se trata del primer bono verde de una ciudad listado en el  panel de Bolsas y Mercados Argentinos (ByMA), cuyos destinos serán reducir el nivel de  consumo energético, generar energía renovable y prevenir contaminación hídrica, entre  otros”.

Para lograr esta etiqueta la emisión debió cumplimentar una serie de condiciones definidas  por los Principios de los Bonos Verdes definidos por la Asociación Internacional de Mercados  de Capitales (ICMA, por sus siglas en inglés).

Además, han sido considerados los requisitos y guías emitidas por la Comisión Nacional de  Valores (CNV) y por el Panel Sostenible de BYMA, habiéndose superado un proceso de  revisión externa independiente en el cual se constató que la emisión cumple con los  lineamientos referidos al uso de los fondos, evaluación y selección de proyectos, gestión de  los recursos y publicación de reportes.

Los bonos verdes constituyen una clase específica de instrumentos en la cual el uso de los  recursos es utilizado exclusivamente para el financiamiento de proyectos de impacto  medioambiental positivo.

Uno por uno, los proyectos a realizar en el Municipio 

Entre las iniciativas que se llevarán adelante en el municipio, se encuentra la instalación de  luminarias LED en reemplazo de lámparas de vapor de sodio. Esto incluye la reparación y/o  reemplazo de las luminarias LED ya instaladas en el alumbrado público; y la instalación de  nuevas luminarias LED en diversos puntos del ejido municipal.

Según comentó Costábile, “Se trata de la incorporación de una tecnología eficiente desde un  punto de vista energético, por lo que se va a proveer el mismo servicio (iluminación) con un  menor consumo de energía. Esto lleva a un ahorro de energía y a una reducción de las  emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), mitigando así el efecto sobre el cambio  climático”.

La otra inversión que tienen pensada desarrollar desde el municipio, con la emisión de este  bono, es un proyecto de colocación de termotanques solares y celdas fotovoltaicas para  proveer agua caliente y energía destinada a la recarga de la batería de celulares.

“Se enfocará en la generación de energía renovable. Es decir, que consume un recurso de  renovación ilimitada, como lo es la radiación solar en este caso. Además, al no consumir  combustibles fósiles, se genera un ahorro importante de GEI”, comentó el Socio de SMS  Latinoamérica.

Por último, el municipio usará otra parte de los fondos para la optimización de la red cloacal  urbana, que consiste en la ejecución de obras de rehabilitación y/o reemplazo de  instalaciones (cañerías, losas y tapas de bocas de registro) instaladas sobre el río Suquía.